lunes, 13 de junio de 2011

Cuento: "La muerta"

¡La había amado locamente! ¿Por qué se ama? ¿Por qué se ama? Cuán extraño es ver un solo ser en el mundo, tener un solo pensamiento en el cerebro, un solo deseo en el corazón y un solo nombre en los labios, un nombre que asciende continuamente, como el agua de un manantial, desde las profundidades del alma hasta los labios, un nombre que se repite una y otra vez, que se susurra incesantemente, en todas partes, como una plegaria. Voy a contaros nuestra historia, ya que el amor sólo tiene una, que es siempre la misma. La conocí y viví de su ternura, de sus caricias, de sus palabras, en sus brazos tan absolutamente envuelto, atado y absorbido por todo lo que procedía de ella, que no me importaba ya si era de día o de noche, ni si estaba muerto o vivo, en este nuestro antiguo mundo. Y luego ella murió. ¿Cómo? No lo sé; hace tiempo que no sé nada. Pero una noche llegó a casa muy mojada, porque estaba lloviendo intensamente, y al día siguiente tosía, y tosió durante una semana, y tuvo que guardar cama. No recuerdo ahora lo que ocurrió, pero los médicos llegaron, escribieron y se marcharon. Se compraron medicinas, y algunas mujeres se las hicieron beber. Sus manos estaban muy calientes, sus sienes ardían y sus ojos estaban brillantes y tristes. Cuando yo le hablaba me contestaba, pero no recuerdo lo que decíamos. ¡Lo he olvidado todo, todo, todo! Ella murió, y recuerdo perfectamente su leve, débil suspiro. La enfermera dijo: "¡Ah!" ¡Y yo comprendí! ¡Y yo comprendí!  Me consultaron acerca del entierro pero no recuerdo nada de lo que dijeron, aunque sí recuerdo el ataúd y el sonido del martillo cuando clavaban la tapa, encerrándola a ella dentro. ¡OH! ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Ella estaba enterrada! ¡Enterrada! ¡Ella! ¡En aquel agujero! Vinieron algunas personas, mujeres amigas. Me marché de allí corriendo. Corrí y luego anduve a través de las calles, regresé a casa y al día siguiente emprendí un viaje. Ayer regresé a París, y cuando vi de nuevo mi habitación - nuestra habitación, nuestra cama, nuestros muebles, todo lo que queda de la vida de un ser humano después de su muerte -, me invadió tal oleada de nostalgia y de pesar, que sentí deseos de abrir la ventana y de arrojarme a la calle. No podía permanecer ya entre aquellas cosas, entre aquellas paredes que la habían encerrado y la habían cobijado, que conservaban un millar de átomos de ella, de su piel y de su aliento, en sus imperceptibles grietas. Cogí mi sombrero para marcharme, y antes de llegar a la puerta pasé junto al gran espejo del vestíbulo, el espejo que ella había colocado allí para poder contemplarse todos los días de la cabeza a los pies, en el momento de salir, para ver si lo que llevaba le caía bien, y era lindo, desde sus pequeños zapatos hasta su sombrero. Me detuve delante de aquel espejo en el cual se había contemplado ella tantas veces, tantas veces, tantas veces, que el espejo tendría que haber conservado su imagen. Estaba allí de pie, temblando, con los ojos clavados en el cristal - en aquel liso, enorme, vacío cristal - que la había contenido por entero y la había poseído tanto como yo, tanto como mis apasionadas miradas. Sentí como si amara a aquel cristal. Lo toqué; estaba frío. ¡Oh, el recuerdo! ¡Triste espejo, ardiente espejo, horrible espejo, que haces sufrir tales tormentos a los hombres! ¡Dichoso el hombre cuyo corazón olvida todo lo que ha contenido, todo lo que ha pasado delante de él, todo lo que se ha mirado a sí mismo en él o ha sido reflejado en su afecto, en su amor! ¡Cuánto sufro! Me marché sin saberlo, sin desearlo, hacia el cementerio. Encontré su sencilla tumba, una cruz de mármol blanco, con esta breve inscripción: "Amó, fue amada, y murió." ¡Ella está ahí debajo, descompuesta! ¡Qué horrible! Sollocé con la frente apoyada en el suelo, y permanecí allí mucho tiempo, mucho tiempo. Luego vi que estaba oscureciendo, y un extraño y loco deseo, el deseo de un amante desesperado, me invadió. Deseé pasar la noche, la última noche, llorando sobre su tumba. Pero podían verme y echarme del cementerio. ¿Qué hacer? Buscando una solución, me puse en pie y empecé a vagabundear por aquella ciudad de la muerte. Anduve y anduve. Qué pequeña es esta ciudad comparada con la otra, la ciudad en la cual vivimos. Y, sin embargo, no son muchos más numerosos los muertos que los vivos. Nosotros necesitamos grandes casas, anchas calles y mucho espacio para las cuatro generaciones que ven la luz del día al mismo tiempo, beber agua del manantial y vino de las vides, y comer pan de las llanuras. ¡Y para todas estas generaciones de los muertos, para todos los muertos que nos han precedido, aquí no hay apenas nada, apenas nada! La tierra se los lleva, y el olvido los borra. ¡Adiós! Al final del cementerio, me di cuenta repentinamente de que estaba en la parte más antigua, donde los que murieron hace tiempo están mezclados con la tierra, donde las propias cruces están podridas, donde posiblemente enterrarán a los que lleguen mañana. Está llena de rosales que nadie cuida, de altos y oscuros cipreses; un triste y hermoso jardín alimentado con carne humana. Yo estaba solo, completamente solo. De modo que me acurruqué debajo de un árbol y me escondí entre las frondosas y sombrías ramas. Esperé, agarrándome al tronco como un náufrago se agarra a una tabla. Cuando la luz diurna desapareció del todo, abandoné el refugio y eché a andar suavemente, lentamente, silenciosamente, hacia aquel terreno lleno de muertos. Anduve de un lado para otro, pero no conseguí encontrar de nuevo la tumba de mi amada. Avancé con los brazos extendidos, chocando contra las tumbas con mis manos, mis pies, mis rodillas, mi pecho, incluso con mi cabeza, sin conseguir encontrarla. Anduve a tientas como un ciego buscando su camino. Toqué las lápidas, las cruces, las verjas de hierro, las coronas de metal y las coronas de flores marchitas. Leí los nombres con mis dedos pasándolos por encima de las letras. ¡Qué noche! ¡Qué noche! ¡Y no pude encontrarla! No había luna. ¡Qué noche! Estaba asustado, terriblemente asustado, en aquellos angostos senderos entre dos hileras de tumbas. ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Sólo Tumbas! A mi derecha, a la izquierda, delante de mí, a mí alrededor, en todas partes había tumbas. Me senté en una de ellas, ya que no podía seguir andando. Mis rodillas empezaron a doblarse. ¡Pude oír los latidos de mi corazón! Y oí algo más. ¿Qué? Un ruido confuso, indefinible. ¿Estaba el ruido en mi cabeza, en la impenetrable noche, o debajo de la misteriosa tierra, la tierra sembrada de cadáveres humanos? Miré a mí alrededor, pero no puedo decir cuánto tiempo permanecí allí. Estaba paralizado de terror, helado de espanto, dispuesto a morir. Súbitamente, tuve la impresión de que la losa de mármol sobre la cual estaba sentado se estaba moviendo. Se estaba moviendo, desde luego, como si alguien tratara de levantarla. Di un salto que me llevó hasta una tumba vecina, y vi, sí, vi claramente como se levantaba la losa sobre la cual estaba sentado. Luego apareció el muerto, un esqueleto desnudo, empujando la losa desde abajo con su encorvada espalda. Lo vi claramente, a pesar de que la noche estaba oscura. En la cruz pude leer: "Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Amó a su familia, fue bueno y honrado y murió en la gracia de Dios". El muerto leyó también lo que había escrito en la lápida. Luego cogió una piedra del sendero, una piedra pequeña y puntiaguda, y empezó a rascar las letras con sumo cuidado. Las borró lentamente, y con las cuencas de sus ojos contempló el lugar donde habían estado grabadas. A continuación con la punta del hueso de lo que había sido su dedo índice, escribió en letras luminosas, como las líneas que los chiquillos trazan en las paredes con una piedra de fósforo: "Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Mató a su padre a disgustos, porque deseaba heredar su fortuna; torturó a su esposa, atormentó a sus hijos, engañó a sus vecinos, robó todo lo que pudo, y murió en pecado mortal". Cuando hubo terminado de escribir, el muerto se quedó inmóvil, contemplando su obra. Al mirar a mí alrededor vi que todas las tumbas estaban abiertas, que todos los muertos habían salido de ellas y que todos habían borrado las líneas que sus parientes habían grabado en las lápidas, sustituyéndolas por la verdad. Y vi que todos habían sido atormentadores de sus vecinos, maliciosos, deshonestos, hipócritas, embusteros, ruines, calumniadores, envidiosos; que habían robado, engañado, y habían cometido los peores delitos; aquellos buenos padres, aquellas fieles esposas, aquellos hijos devotos, aquellas hijas castas, aquellos honrados comerciantes, aquellos hombres y mujeres que fueron llamados irreprochables. Todos ellos estaban escribiendo al mismo tiempo la verdad, la terrible y sagrada verdad, la cual todo el mundo ignoraba, o fingía ignorar, mientras estaban vivos. Pensé que también ella había escrito algo en su tumba. Y ahora, corriendo sin miedo entre los ataúdes medio abiertos, entre los cadáveres y esqueletos, fui hacia ella, convencido que la encontraría inmediatamente. La reconocí al instante sin ver su rostro, el cual estaba cubierto por un velo negro; y en la cruz de mármol donde poco antes había leído: “Amó, fue amada, y murió” ahora leí: "Habiendo salido un día de lluvia para engañar a su amante, pilló una pulmonía y murió". Parece que me encontraron al romper el día, tendido sobre la tumba, sin conocimiento.

domingo, 12 de junio de 2011

La aventura de la palabra en la escuela secundaria

Excelente propuesta de una docente. La leí y me encantó. Por eso la quería compartir.
http://www.lecturayescritura.com.ar/cuadernos.htm

Ecribimos cartas

El objetivo del proyecto consiste en mejorar la expresión escrita, así como la caligrafía de los alumnos. Luego de que los alumnos se escribieron cartas entre ellos, entre todos le escribimos una carta a un colegio de Villa Gesell contandoles de nosotros.
Fotos del Proyecto

viernes, 10 de junio de 2011

Leemos y escribimos noticias

Leemos diferentes noticias.
Debatimos sobre su contenido y las diferentes versiones sobre un mismo hecho en diversos periódicos.
Divididos en grupos de trabajo de alrededor de cinco personas.
Designar como editor general a uno o a un grupo de compañeros. Deberá mantener la organización del trabajo.
Seleccionar un tema interesante para escribir una noticia.
Investigar información de otras fuentes periodísticas o bien fuentes primarias, y escriban la noticia.
Escribir un borrador, discútanlo y corríjanlo tantas veces como sea necesario.
Se puede imprimir la noticia y distribuirla en papel o bien publicarla como página Web. Si se decide esta segunda opción crear la página Web en Front Page. Abrir un documento, elijir una plantilla, crear la página inicial, importar sus historias, agregar diseños y fotografías. También poner enlaces a sitios de internet.

Actividades para el 20 de junio

miércoles, 8 de junio de 2011

Presentacion Prezi: Leemos y escribimos.

"EL LIBRO DE TERCERO" - Actividades de lectura.

Objetivos: Que el alumno:
Produzca textos literarios ajustados a determinadas pautas temáticas y estilísticas.
Desarrolle el gusto por las producciones artísticas, como la literatura.
Desarrolle una opinión crítica acerca de las cuestiones relacionadas con el respeto, la tolerancia, la responsabilidad y la libertad.


Contenidos:
Estrategias cognitivas de lectura: pre - lectura, lectura y post - lectura.
Recursos de estilo: imágenes, comparación y metáfora
Estructura del relato: introducción, nudo, desenlace.
Poesía: asunto, ritmo, repetición.
Estrategias de escritura: pre - redacción (tanteos, borradores, versión final).
Conectores lógicos de la narración: cronológicos y causales.
Elaboración de hipótesis de contenido.
Reconocimiento de diferentes modalidades de lectura.
Interpretación y reproducción de juegos del lenguaje basados en efectos sonoros.
Diseño y gestión de estrategias de escritura: plantear y discutir temas para escribir, escritura de borradores, determinación de pautas de presentación final del escrito.
Formulación de reglas y/o principio sencillos para la elaboración de una narración. Ejecución y reajuste.
Reconocimiento y experimentación de formatos textuales adecuados al nivel.
Valoración de las posibilidades lúdicas del lenguaje y la lectura como fuente de placer.
Gusto por la exploración de formatos textuales.
Apreciación de la poesía como medio para expresar los sentimientos y experimentar con el lenguaje.
Superación de estereotipos discriminatorios.
Internalización de los límites necesarios para un ejercicio responsable de la libertad.
Valoración del trabajo en grupo con una actitud cooperativa.


Recursos: Hojas. Lápices y marcadores. Cartulina. Hilos. Anillos o ganchos. Computadora.


Recursos bibliográficos:
"Galería de seres espantosos", Antología de autores argentinos.
"Nada de tucanes", de Elsa Borneman.
"El hijo del Súper - Héroe", de Ricardo Mariño.
"Cenicienta no escarmienta", de Guillermo Saavedra.
"La sirena y el Capitán", de María Elena Walsh. En "El diablo inglés".


Actividades:
Compartir anécdotas en las cuales se hayan sentido discriminados por algún motivo.
Pensar situaciones escolares y extra - escolares en las que les parezca que se atenta contra su libertad.
Conversar sobre los límites de la casa y de la escuela y analizar en qué casos son necesarios los límites y cuáles podrían ser más flexibles.
Luego de la lectura de cada libro, describir los personajes poniendo énfasis en sus emociones y sentimientos. Analizar en cada texto los valores y desvalores que aborda.
Inventar un personaje que, como en "Galería de seres espantosos", tenga características diferentes y escribir un texto en el cual el personaje se presente a los demás.
Clasificar a los personajes según sean seres reales (animales o personas) o seres reales.
Proponer a los chicos que elijan algún personaje de los cuentos y, a la manera de "Cenicienta no escarmienta", crear un texto divertido a partir de la exageración de uno de sus rasgos, su transpolación en el tiempo o el espacio, la incorporación de un hecho absurdo, etc.
Comparar el tratamiento de la libertad que se plantea en los libros "¡Nada de tucanes!" y "El hijo del Super - Héroe", y en el cuento "La Sirena y el Capitán".
Pensar entre todos situaciones relacionadas con la tolerancia, la discriminación, la cooperación, la libertad.
Elegir un personaje de los textos leídos para inventarle una nueva aventura. Plantear la introducción, el nudo y el desenlace del cuento, redactar el borrador y corregirlo.
Entre todos, acordar el formato del libro a componer con todos los relatos escritos en la actividad intermedia. Conseguir las hojas adecuadas y distribuirlas entre los alumnos.
Pasar en limpio los borradores de los cuentos. Si la escuela cuenta con computadora sería enriquecedor que los alumnos usaran un procesador de texto para pasar en limpio sus trabajos. Luego se pensará un título para cada una de las narraciones y se ilustrarán los relatos.
Entre todos se pensará un título para el libro. Divididos en grupos, confeccionar portadas, índice, tapa, contratapa y otros elementos paratextuales que consideren necesario incluir. Unir el total de los trabajos con el paratexto y encuadernarlo. Finalmente, proceder al foliado que permitirá completar la unidad original.
Se donará el trabajo terminado a la biblioteca escolar.

martes, 31 de mayo de 2011

El brujito de Gulubú

El Twist del Mono Liso

Canción de tomar el té.

La Biblioteca del aula

Objetivos:
Promover la formación de un lector independiente y crítico.
Contribuir a que todos los niños se apropien de la lengua escrita y lleguen a ser usuarios de la misma.
Descubrir el placer por la lectura.
Conocer diferentes producciones escritas para llegar a apropiarse, como lector y escritor, de las conversaciones propias de los diferentes géneros y estilos.

Fundamentación
Lo importante es que haya presente una necesidad, a partir de la cual sea indispensable leer. También se debe fomentar la "lectura por placer" y poner a disposición de los niños textos literarios que respondan a sus gustos y preferencias. De esta manera, y al utilizar las estrategias necesarias, lograremos el desarrollo de capacidades cognitivas que les permitan LEER Y COMPRENDER. Este planteo surge a partir de una necesidad institucional, ya que se observaron serias dificultades en la adquisición de capacidades para la comprensión lectora. El objetivo principal es posibilitar situaciones propicias que ayuden a la aplicación de estrategias para la comprensión y a desarrollar hábitos lectores. Para abordar este tema existen en la actualidad dos grandes tendencias:
·   Una parte del concepto “Lengua”, planteándose qué es; para qué sirve; cómo se la debe enseñar.  No entiende a la lectura como el desarrollo de técnicas y habilidades, únicamente, sino que la relaciona con el uso del lenguaje y el aprendizaje de la Lengua en general.
·   Otra piensa al lector desde la psicología cognitiva y tiene en cuenta los procesos que este pone en juego cuando lee. Se plantea la forma de procesar la información que el texto brinda y se preocupa por construir su significado.
Los dos están íntimamente relacionados y es necesario que se complementen. Sabiendo que la Lengua es acción, se la debe aprender en uso, no sólo como un sistema de signos y códigos. Si por ejemplo les pedimos a nuestros alumnos que reconozcan y clasifiquen todos los adjetivos sustantivos y verbos, que contiene un texto y que además lo separen en oraciones, únicamente habremos logrado un muestreo de contenidos. Si por el contrario partimos de los intereses los chicos o de una experiencia real, lograremos que se den cuenta que su Lengua sirve para comunicarse, para relacionarse con los demás y para conocerse a sí mismos. Lo importante es que haya presente una necesidad a partir de la cual sea indispensable leer. También se debe fomentar la lectura por placer poner a disposición de los niños textos literarios que respondan a sus gustos y preferencias. Para enfocar el trabajo en el área Lengua entonces, será requisito primordial tener muy en cuenta el TEMA y la MOTIVACIÓN y a partir de estos dos conceptos plantear actividades y secuencias. Unas palabras de Jorge Luis Borges nos comprender mejor lo expuesto: “Hablar de lectura obligatoria es como hablar de felicidad obligatoria”. Como reflexión final recordemos que, en nuestra tarea de docente de cualquier área, es importante tener en cuenta que la LECTURA, no funciona como tal, si no se produce la COMPRENSION.

Estrategias para tener en cuenta:
·   Hacer actividades de pre-durante y pos- lectura (anticipar - predecir - inferir a partir del título del texto, de la tapa, de las imágenes o de la lectura de uno de los párrafos finales)
·   Descubrir dificultades de comprensión mientras transcurre el proceso de enseñanza aprendizaje.
·   Trabajar la variedad de textos.
·   Dar sentido y contexto al acto de leer.
·   Respetar gustos y preferencias.
·   Permitir el intercambio oral de interpretaciones.
·   Propiciar momentos para la escucha y la lectura por placer.


Actividades:
Seleccionar un texto que les agrade para contar el contenido al resto de los compañeros.
Diariamente (10 o 15 minutos) realizar la lectura de una novela lectura realizada por el docente, para estimular el placer y despertar el interés por la lectura.
Luego que finalizó la lectura del libro o novela:
1. Ver el video del libro leído.
2. Establecer similitudes y diferencias.
3. Confeccionar dibujos, resúmenes, cambios de personajes, de finales.
4.  Dramatizar distintas escenas.
Organizar un tiempo semanal para la lectura libre, con material de cualquier clase, traído por los chicos o de la biblioteca áulica.
Organizar las fichas de los libros de la biblioteca áulica.
1.   Nombre del libro.
2.   Autor.
3.   Cantidad total de páginas.
4.   Observando la tapa cuento lo que imagino que tratará el libro.
5.   Una vez que leyó el libro, deberá confeccionar una ficha para animar a otros niños para elijan ese libro y lo lean.
· Dramatizar textos asumiendo diferentes roles.
· Argumentar distintas posturas de determinados personajes.


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Planificación 1° grado

Lengua:
Propósitos
Contenidos
Actividades
Valorar la función comunicativa, comprensiva y productiva de la lengua.

Apreciar la importancia de la lengua escrita como transmisora de conocimientos, emociones, sentimientos, en forma perdurable e inalterable.

Valorar la producción escrita como manifestación de la propia identidad.

Iniciar el conocimiento de la literatura en función del placer y la recreación.
Lengua oral
- Comprensión espontánea.
- Fórmulas sociales en intercambios cotidianos.
- Instrucción y consigna oral.
- Pregunta y respuesta.
- Narración.
- Comprensión lectora.
- Exposición breve con soporte gráfico: lectura de imágenes.
- La escuela: mediatizada o en presencia de interlocutores.
- Diferentes tipos de lenguajes.
Lengua escrita
1) Lectura:
- Significación social y personal de la lectura.
- Lectura comprensiva silenciosa y en voz alta.
- La entonación.
- Interpretación y comprensión de texto.
- Reconocimiento de núcleos temáticos.
2) Escritura:
- Significación social y personal de la palabra escrita.
- Dibujo, gráfico y escritura.
- Unidades básicas de la escritura: texto, oración, palabra y letra.
- Tipos de letra: mayúscula y minúscula. Imprenta y cursiva.
- Fonemas y grafemas.
- Ortografía básica: puntuación y vocablos vistos.
- Noción de oración y palabra.
- Noción de texto: configuración general de la narración y el diálogo.
- Producción de texto (mediada y espontánea).
- Coherencia de la idea general y mantenimiento del tema en el texto.
- Diferentes portadores de textos: historieta, noticia, receta, reglamento.
3) Discurso literario:
- Literatura escrita: cuento, poesía, leyenda, fábula, obras de teatro.
- Comentarios, intercambios de opiniones, debates.
- Saludos.
- Explicación de las reglas de los juegos.
- Ping-pong de preguntas.
- Lectura e interpretación.
- Historias desordenadas. Ordenar secuencias con viñetas y contar qué pasó.
- Intercambios orales entre pares.
- Lectura de historias (diferentes portadores).
- Hora (o rincón) de lectura.
- Juegos con mímica, dramatizaciones, interpretaciones gráficas, audibilización y visualización.
- Lectura de diferentes portadores de texto (cuento, historieta, receta, periódico, etcétera).
- Intercambio de opiniones.
- Responder y completar distintos tipos de cuestionamientos guía.
- Mensajes, cartas, invitaciones, carteles, señales, etcétera.
- Diferencias entre dibujos, gráficos y palabras o letras.
- Deletreo. Separar las palabras dentro de una oración.
- Separar oraciones en un texto corto. Sopa de letras.
- Separar en sílabas a través de palmadas, golpecitos con los pies, etcétera.
- Unir por correspondencia una letra imprenta mayúscula con su correspondiente cursiva minúscula.
- Juego de cómo se llama y cómo suena. Observación del punto y modo de articulación de cada letra con el espejo.
- Juego de la oca.
- Autocorrección entre pares o con lo que la maestra escribe en el pizarrón. Tutti-fruti, crucigramas.
- Redactar oraciones con palabras dadas. Ordenar oraciones con palabras desordenadas.
- Siluetas de la narración: introducción, nudo, desenlace.
- Silueta del diálogo: presentación, diálogo, cierre. Inventar la introducción, el nudo o el final de un cuento. Completar diálogos pautados, dados la presentación y el cierre. Dramatizarlos.
- Narración de acontecimientos cotidianos.
- Narración de una historia pautada con dibujos secuenciados.
- Narración de una historia pautando los distintos momentos con cuantificadores (Había una vez... Luego... Finalmente...).
- Lectura grupal de sus producciones y comentarios.
- Reconocimiento y aplicación práctica en trabajos grupales.
- Escucha placentera de la lectura por parte de la docente.

lunes, 30 de mayo de 2011

La vaca estudiosa

La Reina Batata

El regalo del cardón

Hace mucho tiempo, aunque ya se practicaba la agricultura en los valles, la vida seguía siendo dura en los cerros y las punas, porque allí los pastorcitos sufrían la sed cuando marchaban tras sus rebaños. Uno de esos pastorcitos se había enamorado de una joven como el pero hija del curaca, el jefe de la comunidad. Cada vez que regresaba a la aldea – después de una larga jornada - , la saludaba desde lejos y ella le sonreía, le sonreía. El curaca no quería ni oír del amor entre los jóvenes. Soñaba con otro destino para su hija (¡seguro, el hijo de otro jefe!), y odiaba al pastorcito. Quizás esa prohibición los acerco. El chico, un día, junto coraje y le hablo: la quería con toda su alma y no se resignaba a vivir sin ella. La joven también le confeso sus sentimientos, y, sabiendo de antemano la oposición que encontrarían, escaparon hacia la montaña. A la mañana siguiente, muy temprano, cuando el muchacho debió marchar con los animales y el grupo de pastores, sus compañeros notaron su falta, pero partieron igual. Rato después, el jefe se levanto para iniciar su labor del día. Advirtió la ausencia de su hija y se sorprendió, porque ella nunca faltaba a esa hora. Algo malicio porque despacho un chasqui al cerro para saber si el pastorcito había marchado con las llamas. ¡Y no le cupo duda!  Convoco entonces a sus guerreros para salir en busca de los enamorados, apresarlos y darles su merecido. Los jóvenes sospecharon que el airado curaca andaría tras ellos. Llevaban horas de delantera, pero conocían la firmeza y la capacidad del jefe y sus guerreros. Apelaron entonces a la Pachamama, la Madre de los cerros, protectora de los cultivos de maíz y de la quinua, la que ampara siempre a quienes le manifiestan su respeto. En lo mas alto del cerro cavaron un hoyito, depositaron en el los alimentos que llevaban y los cubrieron con piedras; allí mismo hicieron una apacheta, uno de esos altares a cielo abierto queen plena montaña reverencian a la Madre generosa. Y cuando la apacheta había tomado forma y el curaca y sus guerreros trepaban la cuesta acercándose a los fugitivos la apacheta se abrió como un manto protector y recogió en su regazo a los dos enamorados. El airado jefe y sus hombres llegaron jadeantes a la cumbre, pero sólo encontraron una apacheta recién hecha ¡y ni rastros de los fugitivos! Tuvieron que volver a la aldea, y cuando el curaca finalmente se resigno, junto a la apacheta brotó una nueva planta, hasta entonces desconocida, que en la sequedad de esas alturas formó un grueso tronco, espinudo, alto y recto y con sus brazos al cielo: ¡era el pastorcito convertido en cardón, agradeciendo para siempre a la Pachamama! Desde entonces, los que marchan por el cerro solo tienen que voltear un cardón para encontrar en su esponjosa y jugosa madera que parece de papel, el agua que saciará la sed de hombres y animales. Y cuando las nubes se amontonan y las montañas resuenan con el trueno que anuncia tormenta, sobre el pecho verde del cardón nace una flor blanca para anunciar la lluvia que bendecirá la tierra: es ella, la enamorada, convertida en flor por la Pachamama.

La Leyenda de la Yerba Mate

Mucho tiempo hacía que Así, la luna, miraba llena de curiosidad y de deseo desde su cielo oscuro los bosques profundos con que Tupa, el poderoso dios de los guaraníes, había recubierto la tierra. Los ojos claros de Así recorrían la yerba fina y suave de las laderas, los altos árboles que alargaban sus sombras en la noche luciente, los ríos de aguas centelleantes, y su deseo de bajar hasta el bosque se iba haciendo cada vez más ardiente. Entonces Así llamó a Aria, la nube rosada del crepúsculo, y le dijo:
- ¿Quieres bajar conmigo a la tierra?
Aria, la dulce compañera de la diosa, se quedó asombrada del extraño deseo de Así. Pero ésta siguió apremiante:
- Sí. Ven conmigo, Aria. Mañana por la tarde dejaremos el cielo azul y nos meteremos por el bosque, entre los altos árboles.
- Pero todos sabrán lo que hemos hecho; al llegar la noche notarán tu ausencia.
Así sonrió mientras sus ojos brillaban brumosamente.
- Sólo las nubes, tus hermanas, lo sabrán. Las llamaré, les pediré que vengan veloces y apretadas. Cubrirán todo el cielo y nadie sabrá nuestra aventura.
Las palabras de Así convencieron a la nube rosada, y al atardecer del día siguiente, dos hermosas doncellas paseaban por el bosque solitario, mientras negras y densas nubes amenazaban la tierra con su aspecto tormentoso. Así miraba entusiasmada los árboles, que ofrecían sus frutos olorosos; las ramas susurrantes, movidas por el viento; el verde de las hojas, casi blanco cuando ella se acercaba. Así sintió bajo sus pies desnudos la húmeda suavidad de la yerba, y vio su hermoso rostro lunar reflejado en las aguas profundas de los ríos. Así y Aria eran felices en su correría a través del bosque; pero sus cuerpos se iban fatigando. Caminaban en la noche oscura dejando a su paso una sombra de luz. A lo lejos, en un claro del bosque, vieron una ruinosa cabaña, y hacia ella se encaminaron para buscar un poco de reposo, pues, aunque eran diosas en su morada celeste, sentían el cansancio bajo la forma de doncellas. De pronto, sus aguzados oídos sintieron el leve chasquido de una ramita al quebrarse. Así volvió su rostro radiante hacia aquel lugar, y su luz iluminó a un tigre, un yaguareté que se abalanzó sobre ellas a la vez que quedaba deslumbrado por la repentina luminosidad. Las dos doncellas no tuvieron tiempo de perder su forma corpórea, pero si de hacerse rápidamente hacia un lado, mientras el tigre fallaba en su ataque. Después vieron como un hombre, de edad avanzada, pero con instinto y experiencia de cazador, venía en su auxilio y luchaba con el yaguareté. El bosque quería ofrecer a las dos diosas una última y singular aventura. Aquel hombre sabía esquivar diestramente su cuerpo de las garras del tigre a la vez que le hundía su cuchillo repetidamente: sin embargo, no parecía por eso llevar ventaja sobre el animal. Con un esfuerzo nada común se lanzó por última vez sobre el yaguareté; la hoja del cuchillo brilló un momento en el aire y cayó pesadamente sobre la cabeza del tigre, que quedó separada del cuerpo. El viejo indio había vivido remozado durante los últimos minutos que duró la lucha; parecía como si todo el vigor de su juventud hubiese vuelto a su brazo poderoso; pero, en cuanto el tigre hubo muerto, sus brazos colgaron pesados a lo largo del cuerpo, aunque la mano seguía sujetando con fuerza el ensangrentado cuchillo. Después, con la respiración aún jadeante, sus ojos buscaron a las dos muchachas.
-Ya no tenéis por qué temer - les dijo -. Ahora os ruego, hermosas jóvenes que aceptéis la hospitalidad que puedo ofreceros en mi cabaña. Así y su compañera aceptaron gustosas la invitación a la vez que elogiaron el valor y la destreza que el viejo indio había demostrado en la lucha. Después fueron tras él y entraron en la choza.
- Sentaos sobre esas esteras mientras aviso a mi mujer y a mi hija para que vengan a ofreceros los deberes de la hospitalidad - dijo el viejo.
Y desapareció de aquel lugar, mientras las dos jóvenes se miraban llenas de asombro sin atreverse a decir ni una palabra. A su alrededor todo era ruinoso y miserable, y, si ya les había llamado la atención que un solo hombre viviese en aquellas soledades, su asombro subió al enterarse que dos mujeres vivían junto a él. Su aventura por la tierra iba adquiriendo una serie de matices insospechados. Pero no les dio tiempo a divagar, porque las dos mujeres anunciadas, llenas de afectuosidad, entraron donde ellas estaban.
-Venimos a ofreceros nuestra pobreza dijo la mujer del viejo indio.
Pero Así y Aria apenas si se daban cuenta de lo que les decía, pues habían quedado maravilladas por la hermosura de la joven, que, llena de un tímido recato, estaba ante ellas.
-No tenéis que esforzaros - dijo, por fin, Así saliendo de su asombro - Os agradeceremos cualquier cosa que podáis ofrecernos, pues hemos caminado por el bosque desde el atardecer y estamos más fatigadas que hambrientas.
La joven se apresuró entonces a traer unas tortas de maíz que, guardadas sobre el rescoldo de la lumbre, habían conservado su tibieza y blandura. Pero lo que las dos diosas no supieron en aquel momento, ya que bajo forma humana habían perdido algunos de sus poderes divinos, era que aquellas sabrosas tortas estaban hechas con el único maíz que quedaba en la cabaña. Durante un buen rato el viejo matrimonio y la hermosa doncella procuraron hacer grata la estancia de las diosas; pero Así permanecía un poco ajena a lo que decían. Encontraba tan fuera de lo natural que aquellas tres personas viviesen allí, alejadas de los demás hombres y expuestas a los peligros de las fieras, que no podía apartar la idea de que en todo ello había algún misterio. Y, no pudiendo más en su curiosidad, pregunto, por fin, procurando que sus palabras no dejasen ver su deseo, sino más bien como quien pregunta algo al azar:
-¿Hay alguna otra cabaña cerca de ésta?
- No - contestó el viejo indio -; vivimos aquí completamente aislados de los demás hombres. No, hay ninguna cabaña próxima.
- ¿Y no sentís temor en estas soledades? - inquirió de nuevo Así.
Pero el viejo, sabía callar lo que le interesaba y respondió evasivamente:
-No, no, ninguno. Hemos venido aquí a vivir por nuestro gusto.
Después se levantó, no sin cierta ceremonia en sus ademanes y dijo:
- No quisiera fatigar a quien se acoge bajo nuestro techo, pues Tupa mira con desagrado al que no cumple dignamente la hospitalidad con sus semejantes. Por tanto, os dejaremos reposar lo que queda de la noche. Mañana, si vuestro deseo es abandonar estos bosques, os acompañaré hasta donde no exista ningún peligro.
Y, una vez dicho esto, salió seguido de su mujer y su hermosa hija. Cuando Así se vio nuevamente a solas con Aria dejó que su clara luz iluminase la estancia, pues desde que encontraron al indio en el bosque la había replegado y oscurecido sobre sí misma para no descubrirse. Después oyó que Aria le decía:
-¿Qué hacemos ahora, Así? ¿Volvemos a nuestra morada y dejamos que estas gentes crean que nuestro encuentro ha sido un sueño?
Así movió negativamente la cabeza.
-No, no, Aria. Estoy llena de curiosidad por saber cuál es el motivo que les ha hecho retirarse a estas soledades y encerrar con ellos a esa hermosa joven. Y, si no logramos que nos lo digan, nuestro poder no es suficiente para adivinarlo. Esperemos a mañana.
Aria no acababa de sentir la curiosidad de Así; pero era amiga de la pálida diosa, y accedió a su deseo, aunque no le agradaba mucho pasar la noche en la ruinosa cabaña. Llegó la nueva luz, y con ella Así anunció al viejo que había llegado el momento de marchar.
- Esperamos - le dijo - que, así como os habéis comportado con nosotros tan amablemente, nos acompañéis, según dijisteis, hasta el linde del bosque.
Pero no hacía falta que la diosa le recordase su promesa, pues el hombre era hospitalario y veraz, y se puso en seguida a disposición de sus deseos. Salieron la mujer y la hija a despedir a las dos aventureras doncellas; que, acompañadas del viejo, emprendieron el camino. Apenas se habían apartado del claro del bosque donde estaba la cabaña, cuando Así, con toda su fría astucia, intentó que su acompañante les dijera lo que tanto deseaba. Pero el viejo había intuido el deseo de la joven, y, atribuyéndolo a curiosidad propia de mujer, se decidió a satisfacerlo, y le dijo:
- Hermosa doncella, bien veo que os ha llamado la atención el alejamiento en que vivo con mi mujer y mi hija; mas no penséis que hay en ello ningún motivo extraño. Así, que había empezado a regocijarse con las primeras palabras del viejo, sintió el temor de que éste no continuase, al ver que hacía una pausa en su comenzado relato. Entonces Aria, la rosada nube, hizo un intento para que el deseo de su amiga quedase satisfecho, y preguntó:
- ¿Y hace mucho tiempo que vivís en el bosque?
- Si, ya hace bastante, y no puedo quejarme de esta soledad, porque ella me ha dado la tranquilidad que empezó a faltarme cuando vivía entre los de mi tribu.
Entonces el viejo indio, ya dispuesto a la confidencia, contó a las dos jóvenes el motivo por el que se había retirado a vivir en 1a humilde cabaña donde ellas le habían acompañado. Durante su vida juvenil había vivido junto a los de su tribu, una tribu como las muchas que estaban en las proximidades de los grandes ríos, dedicadas a la caza y a la lucha. Allí conoció a la que fue su mujer, y su alegría no tuvo límites el día en que nació su hija, una niña tan llena de hermosura, que aumentaba el gozo natural de sus padres. Pero esta alegría se fue trocando en preocupación a medida que la niña fue creciendo, pues era tan inocente, tan llena de candor y tan falta de malicia, que el padre empezó a temer el día en que perdiera tan hermosos atributos. Poco a poco, el desasosiego, la inquietud y el temor invadieron el espíritu del indio hasta que determinó alejarse de la comunidad en que vivía para que en la soledad pudiese su hija guardar aquellas virtudes con que Tupa la había enriquecido.
- Abandoné todo lo que no me era necesario para vivir en el bosque - dijo el viejo - y, sin decir a nadie hacia dónde iba, huí como un venado perseguido, hacia la soledad. Desde entonces vivo allí. Sólo el cariño que tengo a mi hija pudo hacerme cometer esta especie de locura. Pero soy feliz, vivo tranquilo. Calló el viejo y ninguna de las dos supo qué contestarle. Entonces Así, viendo que el linde del bosque estaba cerca, le pidió que las dejase, después de prometerle que a nadie hablarían de su encuentro. Accedió el viejo indio, y, una vez que Así y Aria se vieron solas, perdieron sus formas humanas y ascendieron a los cielos. Pasaron algunos días, en los que la pálida diosa no podía olvidar las aventuras y sobre todo el encuentro que había tenido en el bosque, y, observando al viejo indio desde su soledad celeste, comprendió todo el valor de la hospitalidad que aquél les había ofrecido en su cabaña, pues vio que las tortitas de maíz, de que tanto gustaban todas aquellas tribus, habían desaparecido de su alimento. Era indudable que las que les fueron ofrecidas habían sido las últimas que tenían. Entonces, una tarde, volvió a hablar con Aria y le contó lo que había observado.
 Yo creo - dijo la nube sonrosada - que debemos premiar a aquellas gentes. ¿Qué te parece, Así ?
-  Lo mismo he pensado yo, y por eso he querido hablar contigo. Podríamos hacer, ya que el viejo tiene ese cariño por su hija, tan fuera de lo común, que nuestro premio recayese sobre la joven.
- Has pensado bien, Así. Y como fue tan hospitalario, y sabes que Tupa se alegra de que los hombres sean de ese modo, tendremos también que demostrárselo.
Desde aquel momento, las jóvenes diosas se dedicaron con afán a buscar un premio adecuado. Por fin, se les ocurrió algo verdaderamente original y, con el mayor secreto, se decidieron a ponerlo en práctica. Para ello, una noche infundieron a los tres seres de la cabaña un sueño profundo, y, mientras dormían, Así en forma de blanca doncella fue sembrando, en el claro del bosque que delante de la choza se extendía, una semilla celeste. Después volvió a su morada, y desde el cielo oscuro iluminó fuertemente aquel lugar, a la vez que Aria dejaba caer suave y dulcemente una lluvia menuda que empapaba amorosamente la tierra. Llegó la mañana,
Así quedó oculta bajo el sol radiante, pero su obra estaba concluida. Ante la cabaña habían brotado unos árboles menudos, desconocidos, y sus blancas y apretadas flores asomaban tímidas entre el verde oscuro de las hojas. Cuando el viejo indio despertó de su profundo sueño y salió para ir al bosque, quedó maravillado del prodigio que ante la puerta de su choza se extendía. Desde ella estaba quieto y silencioso queriendo comprender lo que había sucedido, pero a la vez con un soterrado temor de que sus ojos y su mente no fuesen fieles a la realidad. Por fin, llamó a su mujer y a su hija, y, cuando los tres estaban extáticos mirando lo que para ellos era un prodigio, otro mayor acaeció ante sus ojos y les hizo caer de rodillas sobre la húmeda tierra. Las nubes, que desperdigadas vagaban por el cielo luminoso, se juntaban apretadamente y lo tornaron oscuro, al mismo tiempo que una forma blanquísima y radiante descendía hasta ellos. Así, bajo la figura de doncella que habían conocido, les sonreía confiadamente.
- No tengáis ningún temor - les dijo -. Yo soy Así, la diosa que habita en la luna, y vengo a premiaros vuestra bondad. Esta nueva planta que veis es la yerba mate, y desde ahora para siempre constituirá para vosotros y para todos los hombres de esta región el símbolo de la amistad. Y vuestra hija vivirá eternamente, y jamás perderá ni la inocencia ni la bondad de su corazón. Ella será la dueña de la yerba.
Después, la diosa les hizo levantar del suelo donde estaban arrodillados, y les enseño el modo de tostar y de tomar el mate. Pasaron algunos años, y al viejo matrimonio le llegó la hora de la muerte. Después, cuando la hija hubo cumplido sus deberes rituales, desapareció de la tierra. Y, desde entonces suele dejarse ver de vez en vez entre los yerbales paraguayos como una joven hermosa y rubia en cuyos ojos se reflejan la inocencia y el candor de su alma.

El anillo

Un alumno llegó a su profesor con un problema: -    Estoy aquí, profesor, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Dicen que no sirvo para nada, que no hago nada bien, que soy tonto y muy idiota. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El profesor, sin mirarlo, le dijo:
-    Lo siento mucho joven, pero ahora no puedo ayudarte. Primero debo resolver mi propio problema, tal vez después …
Y haciendo una pausa dijo:
-    Si tú me ayudas y puedo resolver mi problema rápidamente, quizás pueda a resolver el tuyo.
-    Claro profesor – murmuró el joven.
El profesor se sacó un anillo que llevaba en el dedo pequeño, se lo dio al joven y le dijo:
-    Toma un caballo y vete al mercado. Debes vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es preciso que obtengas por él el máximo posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y vuelve con la moneda lo más rápido posible.
El joven tomó el anillo y se marchó. Cuando llegó al mercado empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Ellos miraban con algún interés, atendiendo al joven cuando decía cuánto dinero pretendía por el anillo. Cuando decía que una moneda de oro, algunos se reían, otros se apartaban sin mirarlo. Solamente un viejito fue amable de explicarle que una moneda de oro era mucho valor para comprar un anillo. Intentando ayudar al joven llegaron a ofrecerle una moneda de plata y una jícara de cobre, pero el joven seguía las instrucciones del profesor de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazaba las ofertas.
Después de ofrecer la joya a todos los que pasaban por el mercado y, abatido por el fracaso, se subió al caballo y regresó. Entró en la casa y dijo:
-    Profesor, lo siento mucho, pero es imposible conseguir lo que me pidió. Tal vez pudiese conseguir 2 o 3 monedas de plata, pero no creo que se pueda engañar a nadie con el valor del anillo.
-    Importante lo que dices, joven – le contestó sonriente el profesor – Primero debemos saber el valor real de ese anillo. Vuelve a tomar el caballo y vas a ver al joyero del pueblo. ¿Quién mejor que él para saber su valor exacto? Pero no importa cuánto dinero te ofrezca, no lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven fue a ver al joyero y le dio el anillo para que lo examinara. El joyero lo examinó cuidadosamente con una lupa, lo pesó y le dijo al joven:
-    Dile a tu profesor que, si lo quiere vender ahora, no puedo darle más que 58 monedas de oro.
-    ¡¿58 MONEDAS DE ORO?! – exclamó el joven.
El joven corrió emocionado a la casa del profesor para contarle lo ocurrido.
-    Siéntate – dijo el profesor, y después de escuchar todo lo que el joven le contó, le dijo – tú eres como ese anillo, una joya valiosa y única. Solamente puede ser valorada por un especialista. ¿Pensabas que cualquiera podía descubrir tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a colocarse su anillo en el dedo.

TODOS SOMOS COMO ESA JOYA. VALIOSOS Y ÚNICOS. ANDAMOS POR TODOS LOS MERCADOS DE LA VIDA PRETENDIENDO QUE PERSONAS INEXPERTAS NOS VALOREN.